He perdido la práctica de escribir. Me he malacostumbrado a servirme de canciones para transmitir pensamientos. Interpretarlas a mi manera y escribir que “yo me muero por darte las fuerzas que hagan falta” y quedarme con la sensación de que ya está todo dicho. La sensación de que no podría explicar mejor.
A la vez dejo de darle importancia a todo. Será que me he sentido atacada y un escudo de ego se apoderó de mí. Lo veo todo desde el punto de vista de que solo tengo una vida y que todo está aquí para mí. Es raro. Yo antes no era así, me sentía parte de un todo y estoy perdiendo un poco esa sensación. Pierdo las ganas de seguir el juego a tonterías. Cosas que para mí antes eran especiales ahora las llamo tonterías. No me entiendo. Me rechina.
Y antes sentía miedo. A las consecuencias, a lo que pensasen todos, al futuro. Pero estoy harta del miedo. Por miedo al miedo cambié el dejarme llevar aunque después cayese al suelo de golpe por andar y andar mientras se iban mis sueños. Me canso. Es aburrido. El tiempo que no paso estudiando no debería perderlo en tanta reflexión sobre nada.
Resulta que ahora soy capaz de apartar de mi vida lo que me hace mal pero aun así eso no me hace sentir bien.
Me están haciendo trampa.
Me hago trampa a mi misma para que las cosas suenen como a mi me gustaría. Imagino líneas para leer entre ellas cuando todo no es más que un dibujo hecho con prisas y sin ningún mensaje para nadie.
En fin. Siempre igual.