“Compañero, usted sabe que puede contar conmigo. No hasta dos o hasta diez, sino contar conmigo.
Si alguna vez advierte que le miro a los ojos y una veta de amor reconoce en los míos, no alerte sus fusiles ni piense qué delirio. A pesar de la veta o tal vez porque existe, usted puede contar conmigo.
Si otras veces me encuentra huraña sin motivo no piense “qué flojera”, igual puede contar conmigo.
Pero hagamos un trato. Yo quisiera contar con usted.
Es tan lindo saber que usted existe. Una se siente viva. Y cuando digo esto quiero decir contar aunque sea hasta dos, aunque sea hasta cinco, no ya para que acuda presuroso en mi auxilio sino para saber, a ciencia cierta, que usted sabe que puede contar conmigo.”
(Adaptación de Hagamos un trato, Mario Benedetti)
Hoy me he tropezado con este poema (el original, yo aquí lo he prosificado) y me han venido un montón de recuerdos a la mente. En realidad son recuerdos que parecen más cercanos de lo que son, porque hacemos alusión a ellos continuamente. Me encanta. Cómo echo de menos esos ratitos en los que pasábamos horas y horas contando juntos, en los que entre cuenta y cuenta nos contábamos historias de aventuras y lagartos. Sin medir el tiempo ni el espacio, solo contando y contando.
Guapo.
Guapo.